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Alicante y su Huerta

Artículo originalmente publicado por Jorge Olcina Cantos y María Hernández Hernández – en el espacio http://paisajesturisticosvalencianos.com


L’Horta d’Alacant es un paisaje agrario singular, articulado en torno al exangüe río-rambla Montnegre -río Seco en su tramo final- y a la serie de barranqueras y ramblizos que se disponen sobre el extenso glacis que tapiza este sector y que comparten los municipios de Alicante, San Juan, Mutxamel y El Campello. Se trata de un área habitada desde la antigüedad (poblado ibero-romano de Lucentum, villas romanas en La Condomina) y, posiblemente, con alquerías musulmanas, de las que todavía no se han encontrado restos, que se irá consolidando desde la Baja Edad Media y alcanzará su etapa de esplendor en la Edad Moderna, tras la construcción del Embalse de Tibi (1580-1594) y la consolidación de la red de riegos que garantizaba el agua para los cultivos allí practicados. Es en esta época cuando se levantan el caserío más representativo de L’Horta con sus fincas agrícolas (villas) y las torres de defensa (casas-torres) para la vigilancia de los ataques de la piratería berberisca sobre la costa alicantina frecuentes en esta época. Durante los siglos XVIII y XIX las cosechas vitícolas (monastrell) y la producción de vino (el afamado Fondillón) supondrá un nuevo período de auge de este espacio alicantino. No obstante, las diversas crisis desde finales del XIX (filoxera) y los avatares y procesos vividos a lo largo del siglo XX (sequías de comienzos del siglo XX, falta de agua, nuevos usos del suelo) darán paso a un proceso de desaparición gradual de l’Horta d’Alacant, que se mantiene hasta la actualidad.

Fotografía aérea término municipal Mutxamel. http://paisajesturisticosvalencianos.com/

En puridad, la denominación de “huerta” no hace aquí justicia a la idea de un espacio de cultivo verde y feraz, puesto que la natural escasez de recursos de agua en el Campo de Alicante no permitió nunca el establecimiento de sistemas de regadío con agua abundante y cultivos de frutal y hortícolas, al estilo de otras famosas huertas mediterráneas (Valencia, Murcia). El apelativo de espacio “de huerta” debe entenderse en este caso como denominador de un área de cultivo a las afueras del espacio urbano alicantino más arbolado y verde, eso sí, que el territorio circundante donde sólo el secano más agreste y las manchas de matorral mediterráneo, de traza semiárida, son capaces de soportar una falta aguda de precipitaciones, agravada hasta extremos casi saharianos, en años de sequía. López Gómez (1951) precisó, con acierto, la expresión “Huerta de Alicante”, al señalar que realmente se trata de un “secano mejorado”, de un “secano regado esporádicamente”, ya que esta Huerta carece del principal elemento para su fertilidad, un curso de agua con caudal permanente.

La propia expansión de la ciudad de Alicante y de los núcleos de los municipios integrantes de L’Horta (San Juan, Muchamiel, Campello) que ha favorecido la configuración de un espacio metropolitano durante las tres últimas décadas ha traído consigo un intenso proceso de mengua de la histórica huerta de Alicante y una reorganización espacial de los usos del suelo, debido al avance inexorable y constante del área urbanizada y de las infraestructuras de conexión entre los nuevos espacios construidos.

En la actualidad, L’Horta d’Alacant prácticamente ha desaparecido como espacio cultivado y en su lugar encontramos, viviendas residenciales (unifamiliares, adosados) con piscina y jardín. L’Horta constituye un ejemplo más del intenso proceso de rururbanización que caracteriza amplias zonas de regadío tradicional en el litoral mediterráneo español, que van siendo deboradas por el crecimiento de los núcleos urbanos.

Torre de Placia, también llamada Torre Plasia o Torre Plácida rodeada de viviendas en el Camino de la Playa de San Juan (Alicante).
Fotografía: http://guiacastillosalicante.blogspot.com/

L’Horta d’Alacant llegó a ocupar una extensión considerable. De las 3.360 Ha que refiere Figueras Pacheco, en 1908, y cuyas dimensiones permanecerían sin apenas alteración hasta mediados del siglo XX, se pasa a las escasas 300 Ha de la actualidad, si atendemos al aprovechamiento agrícola que en ella se practica. Ocupa un espacio llano de topografía irregular que desciende suavemente desde las estribaciones del prebético del Campo de Alicante hacia el mar.

Sus rasgos climáticos, de filiación mediterránea, están caracterizados por la bonanza de las temperaturas invernales (temperatura media en enero de 11ºC), la elevada radiación solar (2.900 horas de sol al año) y una severa aridez, sin apenas lluvia en los meses cálidos del año. La escasez de precipitaciones (300 mm/año) unida a una fuerte irregularidad interanual (frecuentes secuencias de sequía) y la concentración otoñal de las lluvias determina el valor estratégico del recurso agua es estas tierras. Y junto a estos rasgos climáticos, la práctica ausencia de heladas invernales convirtieron a estos terrazgos, desde época histórica, en un área muy valorada para la práctica de los usos agrarios, ya que, a poca agua que se pudiera disponer, tenía garantizada las cosechas.

La pieza básica que permitió la configuración de un área de “huerta” en este espacio geográfico y que le otorga singularidad, es la presencia de un curso fluvial, el Montnegre, que discurre por el sector septentrional de L’Horta d’Alacant. Este curso nace de la confluencia de los caudales procedentes del antiguo marjal de Onil y de diversas surgencias en las proximidades de la sierra homónima. Fue calificado, con acierto, como río-rambla por Gil Olcina (1972) ya que sus reducidos módulos circulantes en el tramo alto y medio hasta el Pantano de Tibi, sus fuertes estiajes estivales que contrastan, en ocasiones, con fulminantes avenidas otoñales, se asocia más a este aparato fluvial que al de un curso permanente de agua. Desde el término municipal de Mutxamel hasta su desembocadura en El Campello sus aguas ha sido aprovechadas hasta extenuación, desde la edad Moderna, para el riego de L’Horta, adquiriendo por esta razón la denominación expresiva pero real de “río Seco”.

Río Monnegre con vistas a Muchavista, El Campello. 2021. Imagen de Joan Chápuli.

La configuración de este reducido espacio regado contrastará notablemente con el resto de la comarca, el L’Alacantí, donde el secano era el elemento dominante. La “huerta” se contrapone a unos alrededores “áridos e improductivos”, como los calificó a finales del siglo XIX el viajero Richard Ford. Los escasos recursos hídricos se reflejan en el tipo de cultivos dominantes en este paisaje. Frente a las huertas de Valencia o Murcia donde, a finales de los años cincuenta del siglo XX, prevalecían cereales y cultivos hortícolas, en L’Horta d’Alacant, predominaban los leñosos (almendros, olivos y algarrobos) y en escasa medida, cereales, que se beneficiaban de unos recursos hídricos algo mayores que el secano circundante. La vid, introducida tras la Reconquista y que había registrado una fuerte expansión durante el siglo XVI, prácticamente desaparece tras la crisis de la filoxera (comienzos del siglo XX). Debe hacerse notar que durante el siglo XVII y XVIII la vid era el cultivo que ocupaba mayor superficie en L’Horta y del que se obtenían mayores beneficios una vez elaborado el vino y exportado desde el puerto de la ciudad de Alicante.

Ante la insuficiencia de estas aguas para regar los cultivos practicados en el espacio que conformará L’Horta d’Alacant, el concejo de la ciudad de Alicante decididó la construcción de un embalse cuya fábrica se desarrolló entre los años 1580 y 1594. Desde el pantano se conducen las aguas río abajo hacia las azudes de Muchamiel y San Juan donde se organiza la distribución de las aguas hacia los campos de cultivo a través de las acequias y canaletas.

Azud de Sant Joan d’Alacant. 2021. Imagen de Verónica Quiles

La propiedad del agua del riego era tanto o más importante que la de la tierra e incluso quedaba desligada de ésta y la dificultad de disfrutar de aquélla engendró un complejo sistema de distribución de las aguas regulado por un severo cómputo horario, como se ha señalado, calificado por López Gómez (1976) como de los más complejos de España. La red de riego que se establece en este espacio es, el verdadero elemento que identifica y marca los límites de L’Horta d’Alacant. En palabras del profesor López Gómez hasta donde llega el agua a través de una acequia o brazal, existe la huerta.

Con el paso del tiempo, la reducción de capacidad de almacenamiento del pantano de Tibi, debido a su entarquinamiento, obligó a adoptar otras actuaciones, como la construcción del Pantanet (1842) en las proximidades del núcleo urbano de Mutxamel, la perforación de pozos y galerías en el curso del Montnegre y en el barranco del Vergeret y, posteriormente, la llegada de dotaciones hídricas alóctonas mediante la iniciativa de dos sociedades mercantiles privadas (El Canal de la Huerta y Riegos de Levante, en 1910 y 1920, respectivamente), que condujeron aguas extraídas desde los pozos del Zaricejo (Villena) y la desembocadura del Segura, a unos 70 kilómetros, mediante diversas conducciones. Todo ello para paliar el constante déficit hídrico, pero también al incremento de las demandas como consecuencia de la sustitución de los aprovechamientos tradicionales por otros (tomate) con una clara orientación al mercado y con mayores demandas hídricas.

El Pantanet, en Mutxamel (1842-1882). 2021. Imagen de Luis Caballero.

La superficie regada, a pesar de los incrementos de recursos hídricos de principios de siglo, se mantendrá estable hasta los años cincuenta del siglo XX. La evolución que registrará este espacio desde la década de los sesenta del pasado siglo será, progresiva e imparablemente, regresiva. Esta reducción de los espacios regados se vincula, por un lado, a la irrupción de las funciones residenciales en este espacio agrícola, pero también a la crisis de rentabilidad de los cultivos tradicionalmente practicados en la huerta de Alicante (algarrobo y olivos), la dificultad de introducción de nuevos aprovechamientos orientados al mercado (tomates) dada el predominio de una estructura parcelaria minifundista y la competencia que por el uso del suelo en el llano de inundación y el agua ejercen las nuevas funciones turístico-residenciales.

Torre Vila García. Alicante

El sistema de poblamiento tradicional en el espacio de L’Horta era concentrado, en pedanías de la ciudad de Alicante (Santa Faz, Villafranqueza y Tángel) y en pequeños núcleos de población, que se asentaban en la propia huerta (Muchamiel y San Juan). Junto a éstos, aparecían de manera dispersa fincas agrícolas de alto valor, palacetes, muchos de ellos con torre-vigia en su planta, pertenecientes a la burguesía de la capital alicantina que escogieron este territorio para localizar sus residencias de verano, dada su proximidad a la capital provincial. Las pedanías y los núcleos de población han registrado un importante crecimiento poblacional desde 1960 amparado por su proximidad a la ciudad de Alicante y a la franja litoral (playas de la Albufereta, San Juan y Muchavista).

Actualmente, en su mayoría, abandonadas y en proceso de degradación, reflejan la transformación de los usos del suelo registrados por este paisaje y la escasa atención a su patrimonio edificado. Su destrucción continua, a pesar de que muchas de ellas desde finales de la década de los noventa han sido declaradas como Bien de Interés Cultural (BIC).

En relación con los usos lúdicos tradicionales en l’Horta d’Alacant que constituyen un patrimonio sociológico de este espacio geográfico, destaca la celebración de la romería de la Santa Faz, que encuentra su raíz histórica en un problema de falta de agua que afectó al campo de Alicante a finales de la Edad Media. En efecto, cada año, quince días después del jueves santo, se celebra la conocida romería de la Santa Faz, en la que buena parte de las poblaciones de la antigua Huerta de Alicante realizan una peregrinación al monasterio situado en la pedanía de la Santa Faz, situada entre los municipios de Alicante y Sant Joan, recordando la rogativa pro pluviam celebrada en 1489 y que dio origen a esta jornada de convivencia festiva en la actualidad. Los campos abandonados de la Huerta sirven de improvisado merendero para los romeros que deciden participar de esta tradición popular. Esta manifestación civico-religiosa es el único evento popular que permite mantener en la memoria colectiva la existencia de un espacio de “campo”, en las afueras de la capital alicantina, que en su día fue una “huerta”, social, económica y paisajísticamente importante en la evolución histórica de la ciudad y de los núcleos urbanos que la integran.

Santa Faz. Alicante

L’Horta d’Alacant languidece en un proceso lento pero constante que, de no mediar intervención por parte de las administraciones competentes (regional y locales) en la ordenación del territorio, llevará inexorablemente a su total desaparición. Pero sigue conservando un fuerte atractivo como recursos turístico potencial, basado en el establecimiento de rutas –senderismo, ciclismo- para el conocimiento de las parcelas de cultivo que todavía se practican y donde se sigue trabajando la tierra con los cultivos de secano propios de este espacio (algarrobo, almendro, olivo y, muy puntualmente, viñedo y hortícolas); de las viviendas tradicionales con sus torres de defensa que están protegidas como BIC; y de los variados paisajes que, desde la propia línea de playa, pueden reconocerse hasta las inmediaciones del embalse de Tibi o del caserío de Montnegre de Dalt. En este sentido, la propuesta –aún no materializada- de establecer un corredor ecológico a lo largo del cauce del río Montnegre, entre la desembocadura y el embalse de Tibi, se presenta como una oportunidad para la protección de este paisaje patrimonial y de las riquezas de obra hidráulica que mantiene (azudes de San Juan y Mutxamel, canales de riego, partidores). L’Horta d’Alacant sigue conservando posibilidades para su mantenimiento y promoción como recurso de utilización turística, siempre que se limite el afán urbanizador de los municipios que la acogen. Ello pasaría por la aprobación de un plan especial que regulase los usos, potenciándolo como recurso de excursionismo, con desarrollo de rutas etnológicas (aprovechamiento agrario tradicional, usos del agua), de patrimonio edilicio y paisajísticas. Pero estas oportunidades sólo cuajarán con apoyo institucional y la apuesta decidida por un desarrollo realmente acorde con el medio en los municipios de los que forma parte.

Jorge Olcina Cantos
María Hernández Hernández
Departamento de Análisis Geográfico Regional y Geografía Física
Universidad de Alicante